En primer lugar y como la asignatura lo requiere, me comprometo a fomentar la creatividad y la actitud crítica de mis alumnos, que no sean meras estatuas con sangre caliente en su interior. Para conseguir que se cuestionen a ellos mismos y a las verdades totales forjadas durante todos sus años de desarrollo, debería de cuestionarme a mí también, evaluarme y que me evalúen, del mismo modo que los evaluaré a ellos. Aceptaré las críticas de manera constructiva, no como un daño a mi profesionalidad, ya que todas las personas estamos en un continuo aprendizaje a lo largo de nuestras vidas. Ellos aprenderán de mí y yo de ellos.
Me comprometo también a renovarme, investigar sobre los intereses de la gente de su edad y más concretamente de la clase a la que dirija, con el fin de plantear propuestas adecuadas a los mismos y así acercar la escuela a su propia vida. En definitiva, luchar contra la incomprensión por parte de los alumnos hacia un sistema educativo que les aleja cada día más de la realidad y de su posible futuro.
No excluiré a nadie por tener menos cualidades artísticas, e incentivaré a la clase en general y a aquellos alumnos que hayan perdido su disposición a aprender en particular, para mostrarles que hay caminos que quizá aún no habían explorado y que pueden ayudarles a trabajar por sus inquietudes.
Así mismo, aprenderemos divirtiéndonos en grupo, sin que la asignatura pierda sus formas. Teoría y práctica aunadas en una misma concepción, fomentando al mismo tiempo la idea de colectividad, de aportación de saberes individuales a un conjunto, como forma de enriquecimiento personal.
Para finalizar, aceptar que cada grupo es diferente, que cada año yo también soy diferente y que no existe una fórmula ideal y exclusiva adaptable a todas las condiciones que nos rodean. No caer nunca en la desgana o en la pérdida de la disposición de intentar ir más allá, y buscar las soluciones más positivas y enriquecedoras para todos.
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